Flor Saraví.
Shinpiden Reiki Ryoho.
Llegué al Reiki por “casualidad” hace 23 años. Había tenido un pequeño accidente con fractura de nariz. Quién haya pasado por lo mismo, sabe lo mucho que puede doler, al romperse, ese pequeño apéndice de nuestra cara. Un compañero de trabajo se ofreció a darme Reiki, técnica que hasta ese momento yo no había oído nombrar. Me explicó de que se trataba y accedí a recibirlo. Lo primero que sentí, a nivel general, fue un estado de bienestar, una sensación muy agradable, de la cual no quería salir. Lo segundo fue un pequeño dolor punzante, durante unos minutos, en el sitio de la fractura. Al terminar mi primera sesión de Reiki no sentía más dolor en la nariz. Algo que puede ser abstracto, como suele ser la idea que tenemos cuando hablamos de energías, de pronto se volvió tangible para mi. Seguí siendo paciente de Reiki por un tiempo más y podía sesión a sesión ir constatando en mi propio cuerpo, así como en mi humor, los beneficios que me proporcionaba recibir Reiki. Poco tiempo después, en enero de 1994, tomé mi primer nivel de Reiki occidental (en “Breve historia sobre el Reiki…” comento las diferencias) y desde ese momento Reiki se transformo en mi do (camino).
Han pasado muchos años, he tratado a muchas personas y a mi misma con esta terapia.
Actualmente sigo tratando pacientes , he recibido la Maestría tanto en Reiki occidental, como en Reiki tradicional y tengo un profundo interés por trabajar y desarrollar la profundización del propio camino Reiki en mi y en otros alumnos-terapeutas.
Reiki es, en mi, una certeza. Te invito a conocerlo.
Actualmente sigo tratando pacientes , he recibido la Maestría tanto en Reiki occidental, como en Reiki tradicional y tengo un profundo interés por trabajar y desarrollar la profundización del propio camino Reiki en mi y en otros alumnos-terapeutas.
Reiki es, en mi, una certeza. Te invito a conocerlo.
