Esta mañana caminaba por mi barrio, el solecito me daba en la cara, qué placer de día de invierno...
Caminaba mirando el parque que estaba a mi derecha, enorme, lleno de árboles, todo muy bucólico. De pronto me doy cuenta que mientras disfruto de la visión del parque, al mismo tiempo, a mi izquierda sigue estando la carretera nacional. Empiezo a reírme de mi misma, en este estado ideal y de ensueño, la carretera había estado ahí todo el tiempo solo que yo miraba el parque. Esto me llevó a preguntarme: ¿cuántas y tantas veces han estado allí el parque y la carretera y yo fui incapaz de ver uno u otro? ¿Y si la clave fuera intentar ver simultaneamente lo que me gusta y lo que no, de mi vida, de mi trabajo, de mi pareja...? ¿Quizá si consiguiéramos integrarnos en la conciencia con la realidad de lo que está ahí - en este caso parque y carretera- sufriríamos menos desilusiones? ¿Incluso en algunos casos podríamos comprender que para poder elegir qué nos gusta, debemos saber qué no nos gusta?
Estoy convencida que si
ejercitáramos más a menudo estas pequeñas grandes cuestiones seríamos
un poco más felices cada día.
Hoy integro la realidad completa a mi vida, tanto lo que me gusta como lo que no.
Armonización del sistema energético a través de las manos. Bienestar a través del movimiento.
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